en tanto las ondas de sal disipen las formas de atlántica arena crujiendo el invierno al son de los sueños de niños de crema, en tanto desangren de ardor los pájaros grises que cantan la luna al ver que las garras del viento destrozan sus notas de abril con ternura, en tanto el azul otoñal mantenga el recuerdo del mar en su altura y esconde su gris plateado de charcos pisados de escarcha y de brumas, y en tanto tú existas, yo exista, y exista la mente que gire la rueda del orbe en silencio, habrá un interior de discordia que tense las cuerdas del arpa con lentos latidos y suene en mi aliento cortante un pálpito leve de aleves suspiros; tal vez la inmanencia del hombre caduco y cansado de ausencia la venza y la rompa; o acaso no cese, no cambie, no explote este fénix de cénit y ocaso. en tanto sorprendan mis ojos el gélido liso del vidrio de cada mañana al ver ante sí la marca indeleble de edades pasadas en tanto se oiga la furia de voces del tiempo que se abren su paso del Ebro al Jarama y huya la paz que aún quedaba habrá un interior de discordia que tense las cuerdas del arpa con lentos latidos y suene en mi aliento cortante un pálpito leve de aleves suspiros; tal vez la inmanencia del hombre caduco y cansado de ausencia la venza y la rompa; o acaso no cese, no cambie, no explote este fénix de cénit y ocaso.
Fugaces como estrellas, 2018.